domingo, 22 de mayo de 2011

Psicología y temperamento de Jesús.(2da. parte)

La teología nos dice que Jesús tuvo tres tipos de ciencia:





  • Ciencia beatífica intuitiva: por ser Dios, Él veía a Dios cara a cara. Veía todo el pasado, el presente y el futuro. Veía su vida, sus sufrimientos, sus trabajos, su apostolado, su muerte en la cruz, su triunfo en la resurrección. Veía las etapas de la Iglesia con todas las pruebas y vicisitudes. Veía a sus hermanos los hombres, sus avances y tropiezos, sus miserias y grandezas. Y todo esto le causaba un doble sentimiento: por una parte, alegría, por el bien que veía en muchos; y, por otra parte, pena, por el mal que muchos perpetraban a sus semejantes con guerras, crímenes e injusticias.
















  • Ciencia infusa: es la ciencia que Dios da a los ángeles y a gente privilegiada, que sin haber estudiado, saben las cosas porque Dios se las infunde en su inteligencia y en su espíritu.
















  • Ciencia adquirida o experimental: es la ciencia que vamos aprendiendo con el paso de los días, gradualment. Así se entiende la frase del evangelio: "El niño crecía en edad, sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres". Jesús era verdadero hombre, por tanto, su conocimiento fue progresivo, como el conocimiento de todo hombre.
    Jesús, pues, tenía una inteligencia brillante, intuitiva, clara, concreta, basada en la realidad, donde extraía los datos para su predicación. Era muy observador. Se fijaba en todo: en los lirios, en los pajarillos, en los campos, en las actitudes de los hombres. Sus ojos eran como una cámara de fotos.
    (cont.)
    Psicología y temperamento de Jesús.

    Hay psicologías sanas, equilibradas, serenas, entusiastas, optimistas. Y hay psicologías enfermas, hipocondríacas, esquizofrénicas, megalómanas, amorfas, raras, depresivas, pesimistas, asustadizas y desequilibradas.

    Hay temperamentos para todos los gustos: colérico, nervioso, apático, sentimental, apasionado, sanguineo, superficial, profundo.
    ¿Cómo era Jesús? Es un hecho: Jesús ha sido, es, y será un personaje excepcional desde todos los puntos de vista. Ha partido la historia en dos: antes de Cristo, después de Cristo.

    A veces su modo de obrar es extraño, hasta el punto que sus mismos parientes creen que "ha perdido el juicio" (Mc 3, 21) y lo quieren llevar a su casa porque creen que compromete el honor familiar.

    Los enemigos le acusan de estar poseído de un espíritu maligno, porque su obrar y doctrina rompen con los moldes recibidos del ambiente judaico (Mat 12, 24).

    Otras veces su conducta parece un poco extraña: hace barro en el suelo con la saliva y unta los ojos de un ciego; o mete los dedos en los oídos de un sordo; o escribe con el dedo en el suelo o arroja airado a los mercaderes del templo. ¿No sufrirá una crisis nerviosa, no tendrá algún desajuste emocional o psicológico? ¿Quién es éste que quebranta el sábado, que come y bebe con pecadores? ¿Ha perdido los estribos?

    Un maestro un tanto singular: un maestro que no tenía lugar físico donde preparar sus clases; no tenía escuela, no llevaba libros debajo del brazo. Ni casa donde dormir. 
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