Dice un célebre moralista: «Un novio no tiene más derecho al cuerpo de su prometida que al que tendría al de cualquier otra mujer. El acto sexual expresa por su misma naturaleza el vínculo irrevocable e indisoluble entre la pareja».(54)
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
« Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia.
»En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto y un aprendizaje de la fidelidad.
»Reservarán para el matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal.
»Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad».(55)
Esto se consigue con la ayuda de Jesucristo.
Sin la gracia de Dios es imposible. De ahí la necesidad de una vida sacramental durante el noviazgo.
Te recomiendo que estéis siempre en sitios bien visibles.
Nada de sitios solitarios y oscuros.
La oscuridad y la soledad son peligrosas.
Una de las mejores defensas morales para el comportamiento de los novios son unos ojos ajenos que los estén mirando.
El comportamiento de los novios debe ser tal que en todo momento puedan ser observados por sus padres.
«La castidad, aunque a veces es difícil y exigente, es no obstante posible en el noviazgo; pero con ciertas condiciones.
»Quien quiera conservarla es preciso que pague su precio.
»Los que no tengan voluntad para hacer los esfuerzos que se necesitan, para echar mano de las fuerzas sobrenaturales mediante la oración y los sacramentos, que no se extrañen de su fracaso y de sus caídas.
»La experiencia, a Dios gracias, atestigua que muchos novios cristianos han vivido y viven un noviazgo casto».(56)
Por otra parte, si ella fue para él una «mujer fácil» no será raro que, después de casados, a él le atormenten los celos de que también lo pueda ser para otros.
Una mujer así no ofrece garantías de fidelidad matrimonial.
Desgraciado el hombre que se casa con una mujer lujuriosa. Tendrá dudas horribles sobre si los hijos de su mujer son de él o son de otro hombre. Conozco casos dramáticos.
Además, esas caídas en el pecado seguro que os dejan asqueados.
Os sentiríais mucho más felices si vuestro amor os uniera con Cristo en la comunión, que no en la degradación del pecado.
Sé de novios que tuvieron una época de pasión desenfrenada, y que cuando luego orientaron su vida por un camino de rectitud y pureza, me confesaron que este segundo modo de amar les hacía mucho más felices.
Algunos chicos les dicen a las chicas que ellos prefieren a las que ya lo han probado todo. Pero eso es un truco para lograr de ellas más fácilmente lo que quieren sacar, y luego abandonarlas con la misma facilidad, de quien tira un trapo viejo.
¡Es lógico!
Un chico sensato no se casa con una chica que el día de mañana puede salirle «rana».
Si no ha respetado su pureza de soltera, ¿qué garantías tiene de que no resultará adúltera después de casada?
Una vez le oí decir a un chico que a él le interesaban dos tipos de chicas: las que sólo sirven para uso sexual, y las que son dignas de amor y matrimonio. Pero, por desgracia, las segundas escasean.
Algunas chicas quieren retener a un chico haciendo concesiones ilícitas.
Pero cuando no hay amor, esto puede retrasar la ruptura, no la evita.
Y si ruptura ha de llegar, es mejor que ocurra antes de la boda.
A la mujer, ordinariamente, no le interesa el sexo si no va precedido del amor y la ternura. El hombre es más impulsivo y pasional, y puede separar el sexo del amor .
Que el chico tenga momentos en que pierda la cabeza y quiera lo que no debe, es natural. Pero si ella no quieres, no pasará nada.
Y en estas ocasiones ella es mucho más serena.
Debes por lo tanto imponerte.
Y no creas que por eso vas a perderle. Aunque él se enfade, la cosa será pasajera.
Si te quiere, volverá a ti.
Y si no vuelve, es que no te quería a ti, sino que quería usar de ti para saciar sus apetitos.
Y quien te rebaja de esta manera, es indigno de ti.
Ése, más vale que se vaya.
Si te casaras con él, no serías la reina, sino la esclava. Y antes de ser esclava, más vale quedarse libre.
El quedarse soltera no tiene por qué ser una desgracia; y un matrimonio fracasado, sí lo es. Y de la peor especie.
La mujer soltera sólo es desgraciada cuando no sabe llenar su vida con un ideal de servicio al prójimo, que la haga sentirse realizada. La que logra hacerlo puede ser más feliz que una casada.
Oye, además, lo que severamente dice Jesucristo:
Si tu ojo, tu mano o tu pie, son causa de escándalo, es decir, de pecado, arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar con, sólo un ojo, una mano o un pie en el cielo que con los dos ojos, las dos manos o los dos pies, ser arrojada al infierno. Aplícalo a tu caso actual de relaciones: Más vale entrar sin novio en el reino de los cielos, que con novio, ser arrojada al infierno.
Sé una novia digna, limpia y pura.
No olvides, que tu novio, es únicamente un novio, que puede no llegar a ser tu marido. Ámalo, sí con ilusión y cariño; pero sin mancharte.
Cuanto más cristiana y delicada seas en tus relaciones, más feliz serás el día de tu boda, ¡más bella aparecerás ese día ante Dios y ante él...! No transijas. ¡Pura hasta el altar!
Defiende con entereza tu castidad, y haz de tus amores la más bella e ilusionada historia que un día puedas ofrecerles a tus hijos, sin tener nada que ocultarles, ni nada de qué avergonzarte.
Que tus hijas, al contarles tus amores, puedan decirte con orgullo y envidia: «¡Qué hermoso es el amor así! ¡Nosotras también queremos ser unas novias tan buenas y puras como tú...!»
¿Tendrás valor para decirles que sean puras, si tú no lo fuiste?
Piensa en tus futuros hijos. Ellos, no es fácil que sepan cómo se desarrollaron las relaciones de sus padres, pero sí que te verán a ti, su madre, con tus defectos y virtudes. Y éstas no se improvisan.
Si fuiste una novia intachable, serás sin duda alguna una madre ejemplar. Piensa en el consuelo inmenso que tendrás, si algún día tu hijo te dice que su mayor ilusión es encontrar una novia que sea como tú eres.
No olvides que el encanto de la mujer, le viene de ser pura, recatada cuando es joven; y de ser madre cuando es mayor.
Las dos cosas se han reunido en María. Ella, Virgen y Madre. Ella, Inmaculada.
Legiones de jóvenes, puestos sus ojos en María, han conservado íntegro el tesoro de su pureza.
Admirable y encantador el ejemplo de Santa María Goretti, que se deja matar antes de perder la castidad.
Y gracias a Dios las «goretis» son muchas. Recuerda a Josefina Vilaseca y otras muchas en España, menos conocidas pero no menos heroicas.
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