La castidad es fácil de guardar...
Lo que es imposible es guardar la pureza de cuerpo sin guardarla también de corazón y de pensamiento.
-Antonio Royo Marín, O.P: Teología Moral para seglares, 1º, 2ª, II, nº 492s. Ed.BAC.Madrid.
-Antonio Royo Marín, O.P: Teología Moral para seglares, 1º, 2ª, II, nº 492s. Ed.BAC.Madrid.
Si se busca el auxilio de la gracia de Dios, y se fortifica el alma con los sacramentos de la confesión y la comunión.
El mejor consejo que se puede dar al que ha empezado a rodar por la pendiente del vicio es comunión frecuente y confesión con un Director Espiritual fijo.
El mejor consejo que se puede dar al que ha empezado a rodar por la pendiente del vicio es comunión frecuente y confesión con un Director Espiritual fijo.
Es un remedio seguro para corregirse y salir del pecado. No hay pecador que resista.
El sacramento de la confesión, además de ser un remedio curativo, es un remedio preventivo.
La Comunión y la Dirección Espiritual dan fuerza y luz para obrar con eficacia.
«Se puede, por tanto, hablar, y hay que hacerlo, de un imperativo de la pureza que se impone a los novios, no como una coacción penosa cuya única finalidad sería crearles molestias, sino como una fuerza interior que vivifica el amor elevándolo y manteniéndolo en un plano superior.
»Esta pureza pretende estar libre de todo desprecio hacia el cuerpo y se basa, al contrario, sobre el respeto soberano a la carne, a la que restituye su equilibrio, eliminando los elementos de defección que son un peligro para ella.
»En cuanto al amor mismo, lo consolida; y prepara así la felicidad de que gozará la pareja cuando se halle ligada por la vida común».CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, VI, 3. Ed. Herder. Barcelona, 1970
El sacramento de la confesión, además de ser un remedio curativo, es un remedio preventivo.
La Comunión y la Dirección Espiritual dan fuerza y luz para obrar con eficacia.
«Se puede, por tanto, hablar, y hay que hacerlo, de un imperativo de la pureza que se impone a los novios, no como una coacción penosa cuya única finalidad sería crearles molestias, sino como una fuerza interior que vivifica el amor elevándolo y manteniéndolo en un plano superior.
»Esta pureza pretende estar libre de todo desprecio hacia el cuerpo y se basa, al contrario, sobre el respeto soberano a la carne, a la que restituye su equilibrio, eliminando los elementos de defección que son un peligro para ella.
»En cuanto al amor mismo, lo consolida; y prepara así la felicidad de que gozará la pareja cuando se halle ligada por la vida común».CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, VI, 3. Ed. Herder. Barcelona, 1970
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