Artículos sencillos con información para el crecimiento de nuestra relación con Dios, la educación de nuestros hijos, viajes, arte, y algo sobre la salud. Es un medio para la busqueda de la paz interior.
martes, 2 de agosto de 2011
Manifestaciones de la soberbia
Autosuficiencia: creer que me basto a mi mismo, que no necesito de Dios ni de los demás.
Autocomplacencia: estar muy satisfecho de uno mismo y por eso gloriarse de sí mismo, auto alabarse, complacerse de todo.
Altanería: Actitud despreciativa hacia los demás en palabras, gestos, miradas, ponerse al tu por tu con los demás.
Vanidad: querer aparentar lo que no se es, actuar o hablar para quedar bien, aún a costa de la verdad.
Apropiarse de los méritos ajenos: ante los éxitos ajenos, manejar las cosas de tal que modo, que parezca que el mérito es mío y así sacar yo el provecho.
Afán de singularidad: buscar ser original, especial, para presumir o llamar la atención. Querer tener privilegios o derechos que los demás no tienen.
Desaliento: desanimarse ante los propios errores o fracasos y tomar una actitud de pesimismo y de reproche.
Falta de aceptación personal: no estar conforme consigo mismo y por eso auto reprocharse, reprocharle a Dios por como se es y por ello ser inseguro (en el fondo porque se sueña con una imagen ideal que no es real o porque se compara con los demás)
Envidia: mirar con malos ojos cualidades éxitos de otros, que lleven a desanimarse o a desear un mal a otro.
Orgullo: rebeldía, querer que todo se haga como una quiere, enojo cuando se le contradice, apego al propio juicio.
Dureza de juicio: terquedad, ser necio, juzgar despreciativamente a los demás, mal interpretar sus actos.
Egoísmo: querer ser el centro y criterio de todo, interesarse solo por si mismo y por sus cosas.
Imponer el propio juicio y gustos: querer que todos aprueben, acepten y apoyen las propias opiniones, gustos, iniciativas, sin aceptar la de los demás.
Timidez: temor a fallar, a no tener éxito o a caer mal a los demás, no por eso es callado, uno no se abre a los demás.
Cavilaciones: darle muchas vueltas y vueltas a las cosa, complicándolas más de lo que son.
Suspicacia: complicar mucho las cosas, buscando siempre en las acciones, palabras o gestos de los demás, una intención secreta hacia uno de lastimar, ridiculizar, engañar, etc.
Racionalismo: querer entender todo con la razón y la lógica personal, incluso los misterios de fe, y no aceptar lo que no “entre” por ahí.
Ambición: afán de triunfar, de tener éxito, para sentirse bien con uno mismo, sentirse poderoso, mejor que los demás.
Juicios temerarios: emitir juicios negativos sobre otros, sin fundamento en la verdad.
Crítica: manifestar abiertamente fallos, errores, defectos de los demás, con intención de dejar mal a la otra persona, ante otros.
Hipocresía y fariseísmo: expresar hacia fuera sentimientos, actitudes, propósitos, etc., consciente de que no corresponde a los hechos reales.
Espíritu calculador: calcular siempre en todo los beneficios y perjuicios que se van a obtener y actuar según la convivencia. Por desconfianza en los demás, estarse siempre cuidando de que los otros no lo vayan a herir o engañar.
Arrebatar la palabra
Centralizar en sí el juego o la conversación.
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