Doce Asesinos del Matrimonio #7
11. El éxito en los negocios
Es casi tan peligroso tener mucho éxito en los negocios, como lo es fracasar rotundamente en ellos. El autor de Proverbios dijo: “No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario” (30:8).
12. Casarse demasiado jóvenes
Las chicas que se casan entre los catorce y los diecisiete años de edad tienen el doble de probabilidades de divorciarse que las que se casan a los dieciocho y diecinueve años. Las que se casan entre los dieciocho y los diecinueve años tienen una vez y media más de probabilidades de divorciarse que las que se casan entre los veinte y los treinta años.
Las presiones de la adolescencia y las tensiones de los primeros años de vida matrimonial no hacen un buen dúo. Terminen lo primero antes de emprender lo segundo.
Éstos son los asesinos del matrimonio que he visto más a menudo. Pero, en verdad, la lista es prácticamente interminable. Todo lo que se necesita para que crezcan las malas hierbas más fuertes es una pequeña grieta en la vereda. Si van a vencer la ley de las probabilidades en relación al divorcio y mantener una unión matrimonial estrecha a largo plazo, deben emprender la tarea con seriedad. El orden natural de las cosas los alejará el uno del otro, no los unirá.
¿Cómo vencerán la ley de las probabilidades? ¿Cómo formarán una relación sólida que dure hasta que la muerte los haga emprender el último viaje? ¿Cómo se incluirán ustedes entre el número cada vez más reducido de parejas de mayor edad que han cosechado toda una vida de recuerdos y experiencias felices? Aun después de cincuenta o sesenta años de casados, todavía se buscan mutuamente para darse aliento y comprensión. Sus hijos han crecido dentro de un ambiente estable y amoroso, y no tienen cicatrices emocionales o recuerdos amargos que borrar. A sus nietos no se les tiene que explicar con delicadeza por qué “los abuelos ya no viven juntos”. Sólo el amor prevalece.
Así es como Dios quería que fuera, y todavía sigue siendo algo posible que ustedes pueden alcanzar. Pero no hay tiempo que perder. Refuercen las riberas del río. Defiendan el fuerte. Traigan las dragas y hagan más profundo el lecho del río. Mantengan las poderosas corrientes en sus propios cauces. Sólo esa medida de determinación mantendrá el amor con el que comenzaron, y hay muy poco en la vida que compita con esa prioridad.
El Dr. James Dobson es fundador y presidente de Enfoque a la Familia.
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