jueves, 13 de enero de 2011

Nuestros Padres No Son Culpables


La gran cantidad de información que hoy se publica sobre la crianza de los hijos nos ha servido no sólo prepararnos a ser mejores padres sino también para ver las errores que cometieron nuestros padres con nosotros. Esto ha dado lugar a que hoy los hijos adultos a menudo los culpemos de muchos de nuestros problemas y justifiquemos así nuestros defectos y errores.
Parece que olvidamos que las faltas de nuestros padres fueron producto de su ignorancia o de su propia historia, pero en ningún caso de una deliberada intención de perjudicarnos. Así que para corregir nuestros deficiencias hay que dejar de culparlos y comprender que somos el resultado tanto de sus fallas como de sus aciertos. Y que su amor por nosotros fue lo suficientemente poderoso como para infundirnos el deseo de ser padres profundamente interesados en darles lo mejor a nuestros hijos.
No se trata de hacer las paces con nuestros padres para superar las heridas que nos dejaron. Se trata de hacerlas con la vida, comprendiendo que nuestro paso por el mundo no es sólo un trayecto de vivencias positivas y agradables sino también de sufrimientos y luchas, y que nuestros padres contribuyeron tanto a las unas como a las otras. Pero que todas estas experiencias, buenas y malas, tienen mucho que aportarnos al proceso de construirnos y llegar a ser los padres que soñamos tener y las personas que queremos ser. En esta forma podremos sentir por ellos la gratitud y respeto que deseamos que nuestros hijos sientan por nosotros, a pesar de que seamos tan humanos y falibles como nuestros propios progenitores. 
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