lunes, 17 de enero de 2011

LOS HIJOS QUE NO NOS GUSTAN


Por ANGELA MARULANDA, Educadora Familiar
Hay niños adorables y que se ganan el cariño de todo el que los conoce, como también hay otros que tienden a generar una animadversión bastante generalizada pues su disposición hacia los demás es a menudo de rechazo e inconformidad. Aunque se suele creer que estos niños son "difíciles por naturaleza", la razón de fondo para sus actitudes negativas no es innata a su personalidad.
Estos últimos niños son por lo general hijos que no fueron deseados, que nacieron en un mal momento, o que no resultaron ser como lo que esperaban sus papás (es rebelde, es desaplicado, es gorda; es muy tímido, es fea, fue niño y querían una niña, etc.)
Esto se traduce en que son niños cuyo papá o mamá (o ambos) no gustan de ellos. Debido a que es inconcebible que los padres puedan albergar tales sentimientos hacia un hijo ya que ve como una terrible deformación del amor materno o paterno, es muy difícil que ellos acepten que lo rechazan. Y aunque lo nieguen y traten de disimularlo, el niño se da perfecta cuenta de que lo repudian porque las actitudes de sus padres dicen más que sus palabras.
Lo grave es que los hijos rechazados disfrazan la angustia y dolor de haber decepcionado a sus papás con distintas máscaras: la prepotente, el que nada le importa, la que no se deja de nadie, el bueno para nada, la problemática, etc. Esto hace que cada vez se les rechace más y que se les ratifique que son indeseables. Pero en el fondo de su corazón son tan sólo niños adoloridos, inseguros, avergonzados y que perciben el disgusto que sienten uno o ambos padres por ellos.
No será difícil entender que haya padres que rechacen a un hijo si comprendemos que son humanos y traen una historia personal de carencias, miedos e inseguridades. Sus propias limitaciones o necesidades insatisfechas los llevan a rechazar en esa hija o hijo lo que rechazan en ellos mismos o lo que puede hacerlos lucir inferiores ante los demás, pero ni se dan cuenta de que lo están haciendo.
Es humano y natural que algún hijo nos disguste más de lo que nos gusta, pero es urgente reconocerlo. Y para esto hay que dejar de centrarnos en sus defectos para dedicarnos a pensar qué hay en nosotros que nos mueve a rechazarlo. Es doloroso y vergonzoso reconocerlo pero sólo así podremos sanar los resentimientos que injustamente nos envenenan contra ese hijo para dar paso a la aceptación y el afecto.
Como en un mismo corazón no se pueden albergar a la vez sentimientos tan opuestos como la antipatía y el afecto hay que sacar uno para acoger el otro. Entre más pronto se reconozca el rechazo más pronto se podrá dar paso al amor. Y el amor y aceptación de sus padres será terreno fértil para cultivar en el corazón del hijo sentimientos positivos hacia sí mismo que le hagan sentirse digno del aprecio de sus papás. Recordemos que nada hace a los niños más felices, sanos y adorables que la garantía del amor de las dos personas más importantes de su vida: su papá y su mamá.
angelamarulanda@yahoo.com

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