martes, 18 de enero de 2011

Los amigos son bendiciones



Por Angela Marulanda, Autora y Educadora Familiar
Es maravilloso que haya una fecha especial para celebrar algo tan valioso como la amistad, ese don exclusivo de los seres humanos que nos permite tejer vínculos profundos con personas con quienes lo único que nos une es un sincero y mutuo aprecio. Los verdaderos amigos son la familia que construimos en base a los dictados del nuestro corazón no de nuestra sangre, ya que mientras que el destino nos escoge a los parientes, nosotros escogemos las amistades.
Una verdadera amistad es ante todo una fuente de afecto y reconocimiento vital para la mayoría de las personas. Todos necesitamos no sólo sentirnos amados por los demás sino ser necesitados por ellos. Y los amigos son personas con quienes establecemos una relación tan significativa que valida nuestra importancia en el mundo, a la vez que nos suple de una dosis fundamental de cariño y compañía.
Más importante que la mano que nos tiende cuando más la necesitamos o la sonrisa amable que nos ofrece un amigo o amiga en esos días oscuros en que parece que nunca volverá la luz, es el profundo regocijo que sentimos cuando alguien confía en nosotros y está dispuesto a abrirse a nuestra amistad, ya que esto significa que nos valora como personas.
Uno de los aspectos más positivos de una buena amistad es que hace aflorar lo más bello que hay en nosotros. Como la amistad es producto de una decisión voluntaria, tenemos que ganárnosla ofreciendo lo mejor de nosotros mismos. Así, los amigos nos abordan por nuestra mejor cara y son como espejos que reflejan nuestros rasgos más amables, animándonos en esta forma a dar lo mejor de nosotros mismos. Además, su amistad nos permite vernos con un nuevo par de ojos y entendernos con una forma distinta de pensar. Su aprecio y aceptación a menudo hace posible que nuestras debilidades se redefinan como fortalezas, que nuestros errores se vuelven experiencias de aprendizaje y que se disipen las dudas sobre nuestro valor personal. Quizás por esto se ha dicho que los seres humanos florecemos en la compañía de otros y que necesitamos de ellos para ser mejores personas.
Me pregunto cómo serían de gratas nuestras relaciones con la familia si abordáramos a nuestros seres queridos con el mismo espíritu con que abordamos a nuestros amigos! Si los tratáramos con el respeto, paciencia y comprensión con que solemos tratar a nuestras amistades, la vida en familia sería tan inolvidable como los momentos compartidos con nuestros mejores amigos.


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