miércoles, 26 de enero de 2011

¿Los graduados superarán la prueba más difícil?

El grado de secundaria de los hijos es un evento muy trascendental tanto para los padres como para los mismos muchachos. Para los primeros, significa no sólo que saldrán del colegio, sino que de alguna manera se gradúan y pasan a la condición de mayores de edad y por lo mismo ya no dependerán tanto de los padres, lo que implica que "se nos salen de las manos". Aunque son evidentes los sentimientos encontrados que rodean este evento, para los muchachos parece prevalecer la emoción por los privilegios que en adelante tendrán sobre la nostalgia por lo que dejarán atrás. Quienes están próximos a abandonar el colegio quizás no alcanzan a comprender las implicaciones que tiene decirle adiós, no sólo a los compañeros, sino a la protección de que gozaban en virtud de su condición de alumnos menores de edad.
La culminación del bachillerato conlleva una serie de cambios que van más allá de no tener que volver al colegio. El cambio más significativo es que a partir de su graduación, los jóvenes pasan a la categoría de adultos y por lo tanto ingresan a la escuela de la vida, en la que serán personalmente responsables por todas sus acciones y omisiones. Y si bien es cierto que ya no tendrán que prepararse para pasar las pruebas de ingreso a la universidad, deberán comenzar a esforzarse por superar una mucho más difícil: construir una existencia que les permita tener una buena razón para vivir.
Lo primero que tendrán que aprender es que a partir de este momento la sociedad les otorga una serie de prerrogativas y derechos, pero también de responsabilidades y deberes. Esta última es una lección difícil para quienes han crecido en un mundo en el que se enfatizan los derechos de todos (los de los niños, los mujeres, los ciudadanos, etc.) pero poco se habla sobre los deberes. Y por lo tanto es frecuente que los jóvenes dominen el arte de reclamar sus derechos pero sepan poco de lo que significa asumir sus responsabilidades.
Si bien la promulgación de los derechos nos protege del poder corrupto con que puede subyugarnos cualquier tipo de totalitarismo, cuando la conducta social se centra en la defensa de los derechos se pierde el sentido comunitario y el deseo de trabajar por el bienestar de todos. Mientras que una sociedad enfocada en los derechos invita al antagonismo y la rivalidad, una manejada desde la responsabilidad de sus integrantes promueve un ambiente de servicio, solidaridad y colaboración.
Ahora que los jóvenes bachilleres gozarán del privilegio de decidir a qué quieren dedicarse en la vida es importante animarlos a que se centren en lo que deben aportar y no sólo en lo que esperan adquirir. Han sido las personas comprometidas con sus deberes las que han logrado los grandes hechos que han beneficiado a la humanidad. Si hoy no vivimos bajo el dominio de los europeos o si sobrevivimos a las enfermedades infecciosas gracias a la penicilina, es porque Simón Bolivar y Alexander Fleming aceptaron las obligaciones que, gracias a sus talentos, debían a la vida.
En el proceso de apoyar a los hijos para que inicien sus estudios profesionales y recorran su camino con la mirada centrada en lo que están construyendo a su paso, recordémosles que el desafío de llegar a ser alguien residirá en la capacidad de asumir la responsabilidad de trascender. Así lo dijo Winston Churchill cuando afirmó que "la responsabilidad es el precio que pagan aquellos cuya vida es un ejemplo de grandeza", porque el destino que escogieron fue aportarle al mundo lo mejor de sí.
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