miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Qué está pasando con los adolescentes hoy?


Por ANGELA MARULANDA, Autora y Educadora Familiar
La adolescencia es una etapa llena de sueños y ambiciones, a la vez que de angustia y temores tanto para los hijos como para sus padres. Y lo es más en la actualidad porque los niños crecen en un mundo que se caracteriza por cambios radicales y vertiginosos. Ellos ya no viven en un medio urbano rodeados de parientes y amigos sino en el ciberespacio, es decir sin límites y a merced de una cultura sobresaturada de sexo y violencia. Ya sus familias no son uniones estables regidas por tradiciones y normas inflexibles, sino familias emocionales que los individuos construyen y vuelven a construir libremente cuando se les da la gana y como se les viene en gana. Ya la vida sexual no es un tema tabú y pecaminoso reservado para el matrimonio sino una forma de expresarse y divertirse que poco tiene que ver con el amor. Ya sus padres no son figuras superiores que imponen su parecer y exigen reverencia, sino individuos que quieren ser sus "amigos" y hacen lo posible por ganárselos para poder controlarlos.
Así, los jóvenes hoy no sólo son más listos y poderosos que las generaciones anteriores, sino que además son muy distintos: más auténticos, creativos, persuasivos, más amantes de la naturaleza y tolerantes de las diferencias. Pero también son más irreverentes, poderosos y beligerantes, y se sienten más solos y perdidos que nunca. Por ello, urge dejar de temerle a la adolescencia para comenzar a entenderla de una manera distinta a como se ha venido haciendo. Con sus comportamientos, a menudo insólitos, los adolescentes nos están diciendo todo lo que necesitamos saber sobre ellos y también sobre nosotros. Por ejemplo, me pregunto si ¿la forma como los jóvenes se involucran sexualmente unos con otros sin ningún compromiso no será una evidencia de la trivialidad con que los medios les están hablando y los adultos estamos asumiendo la sexualidad? La manera en que crece su admiración por las celebridades y decrece su respeto por nosotros ¿no será el resultado de vernos tan perdidos como ellos cuando lo que esperan de nosotros es madurez y seguridad? El descontrol con que consumen trago o drogas para divertirse y escapar de sus angustias ¿no será producto de vernos abusar del alcohol para olvidarnos de las nuestras? O si la forma como las niñas se están obsesionando con su cuerpo, y poniendo en riesgo su salud, ¿no será un reflejo de nuestra exagerado interés por tener una figura perfecta?
A pesar de que los adolescentes tienen hoy una visión muy distinta del mundo que hace que su interpretación de la vida sea muy diferente a la nuestra, ellos no quieren ser nuestros enemigos y nos necesitan más que nunca. Urge que los padres seamos figuras dignas de emular para los hijos porque sabemos a ciencia cierta qué necesitan ellos de nosotros para crecer sanos, porque podemos hablarles con credibilidad sobre los asuntos que los agobian. (efectos de las drogas, complejidades de la sexualidad, sentido que tiene su vida) y porque somos una autoridad, no que los domina, sino que los guía porque tenemos la madurez, la sabiduría y la supremacía moral para hacerlo.
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