Autor: Santiago
MARTÍN, sacerdote
"Evangelii
Gaudium", en contra de lo que se dice, no es el primer documento
magisterial del Papa Francisco. El primero fue la encíclica "Lumen
Fidei". Aunque esta encíclica fue escrita "a cuatro manos", es
decir que fue escrita sobre todo por el Papa Benedicto, quien la firmó en
solitario fue el Papa Francisco.
Esto no quita
importancia a la reciente exhortación apostólica que es, ciertamente, el
programa de gobierno del actual Pontífice. Sirve sólo para poner las cosas en
su sitio y dejar claro que no sólo no hay contraposición entre Benedicto y
Francisco, sino que no la hay entre Francisco y Francisco. "Lumen
Fidei" y "Evangelii Gaudium" han sido firmadas por la misma persona
y, por lo tanto, a ella y sólo a ella se le debe atribuir su autoría.
"Evangelii
Gaudium" da mucho de sí, con afirmaciones "made in Francisco"
que se prestan a titulares sensacionalistas en los medios de comunicación, pero
que en sí mismas no suponen ninguna ruptura con la tradición de la Iglesia. Si,
posteriormente, se desarrollan en leyes, habrá que valorar esas leyes, pero de
momento no son más que frases que pueden dar lugar al equívoco cuando son
sacadas de contexto.
En cambio, la
exhortación está repleta de otras afirmaciones y deseos que, por ser menos
polémicos, han pasado desapercibidos. Por ejemplo, el Papa insiste en que no
puede haber cambios en la doctrina de la Iglesia sobre el aborto y sobre el
sacerdocio reservado a los hombres; incluso advierte del riesgo de llenar los
seminarios abriendo las puertas indiscriminadamente. Francisco pide, una vez
más, que se tenga un talante acogedor en el trato pastoral con la gente y que
se cuide con esmero la preparación de las homilías, ambas cosas tan
fundamentales como por desgracia no siempre practicadas.
Insiste, como lleva
haciendo desde el principio de su pontificado, en poner a la Iglesia en
"pie de misión" y, a la vez, de rodillas en lo concerniente a la
oración y al servicio a los más pobres. ¿Puede haber algo más evangélico que
eso? A través del Papa resuenan con fuerza las palabras de Jesucristo cuando
afirmó "venid benditos de mi Padre, pues he tenido hambre y me habéis dado
de comer".
Magnífica, además,
la defensa que hace del derecho de los obispos a hablar para orientar sobre
cuestiones referentes al bien común. O la petición a los musulmanes de que den
libertad a los cristianos en los países donde son mayoría, como ellos la tienen
en las naciones occidentales. Y en lo concerniente a la condena del sistema
económico basado en el lucro a toda costa, creo que, si bien no es el primero
que lo dice, su voz adquiere la tonalidad del profeta Amós cuando clamaba
contra las señoras ricas de Israel que banqueteaban todo el día mientras sus
maridos explotaban a los humildes.
El Papa Francisco está tocando la misma
partitura que el Papa Benedicto y que el Papa Juan Pablo. La música es un poco
distinta, eso sí. Pero la letra es igual. Y eso es lo que importa. Lo que
tenemos que hacer los demás es aceptar que el Espíritu Santo guía a su Iglesia
a través de él y acoger con docilidad y alegría sus enseñanzas. En el fondo, no
está diciendo otra cosa más que esto: evangelizar es un deber y es un deber
que, al llevarlo a cabo, nos llena de alegría.
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