viernes, 18 de noviembre de 2011

FUNERALES CATÓLICOS



La muerte es siempre dolorosa pero para el cristiano no es el fin sino el pasaje a la vida eterna. Sabemos por nuestra fe que la vida no se acaba sino que se transforma.
Dar entierro es una de las obras de misericordia. El lugar del entierro debe ser un cementerio, preferentemente católico, ya que estos han sido consagrados como lugar santo de reposo y manifiestan el respeto que los católicos le tenemos a la vida y a la muerte en Cristo.
Las funciones litúrgicas son las prácticas rituales de la Iglesia durante el entierro de sus hijos. La Constitución sobre la Liturgia del Concilio Vaticano Segundo instruyó que se revisaran los servicios de funeral para que "estos expresaran más claramente el carácter pascual de la muerte Cristiana; y que se incluyera una Misa especial al rito para funeral de los niños". Ambas cláusulas se implementaron en el nuevo rito promulgado por el Papa Paulo VI que tomó efecto el 1º de Junio de 1970. Este hace un mayor énfasis en la esperanza Cristiana en la vida eterna y en la resurrección final de entre los muertos.
Los funerales pueden ser sencillos pero siempre guardando el respeto y la dignidad del cuerpo humano. Lo importante es acudir al Señor en oración, lo cual es la razón para celebrar los ritos fúnebres católicos: La vigilia, la liturgia funeral, el rito de despedida y el entierro. Por medio de ellos expresamos nuestra fe y encomendamos al difunto a la misericordia de Dios.
Las siguientes normas son de la conferencia de obispos de USA. En otros países las normas pueden variar. Consulte con su parroquia.
-Padre Jordi Rivero

VIGILIA POR UN DIFUNTO
La Vigilia por un difunto es el rito principal que la comunidad cristiana celebra después de la muerte de uno de sus miembros y antes del rito final de despedida, cuando se llevan los restos al lugar de su eterno descanso. Esta Vigilia puede tomar la forma de una Liturgia de la Palabra o del rezo de una parte de la Liturgia de las Horas por un difunto. Puede celebrarse en el lugar de residencia del difunto, en la funeraria, en el salón o en la capilla de descanso, o en otro lugar conveniente. (Orden de Funerales Cristianos No. 54)

LITURGIA FUNERAL (generalmente con la Santa Misa)
La liturgia funeral es la celebración central que la comunidad cristiana ofrece por un hermano difunto. Aunque en muchos casos, esta liturgia consiste en una "Misa Funeral", también, por razones específicas, puede haber dentro de la Iglesia una liturgia funeral sin la celebración de la misa. Si la liturgia funeral se celebra fuera de la misa, antes de la despedida final de los restos, los familiares y amigos del difunto, pueden convocar a una misa por este, señalada para un tiempo oportuno después del funeral. (Orden de Funerales Cristianos No. 264)

RITO DE DESPEDIDA DE LOS RESTOS
El rito de la despedida final de los restos, con el que concluyen los ritos funerales, es el acto último de la comunidad de fe que ha tomado a su cargo el cuerpo de un miembro fallecido. Puede ser celebrado en la sepultura, en la tumba o en el crematorio y también puede realizarse como honras fúnebres en el mar. Siempre que sea posible, el rito de despedida deberá ser celebrado en el lugar del descanso final de los restos; es decir, debe hacerse al lado de la fosa abierta, el nicho o sitio del entierro, mejor que en la capilla del cementerio. (Orden de Funerales Cristianos No. 204)

RITOS Y FUNERALES PARA NIÑOS
En la celebración del funeral de un niño, la Iglesia eleva sus plegarias a Dios, autor de la vida, encomienda a su amor al niño que ha fallecido y ora para que la familia y las más cercanas amistades alcancen el pronto consuelo a su dolor. Los ritos incluyen la "Vigilia por un niño que ha fallecido", "La Liturgia Funeral" propiamente dicha, y el "Rito de despedida final". Pueden celebrarse ritos funerales para aquellos niños fallecidos antes de recibir el bautismo, pero cuyos padres tenían la intención de que fueran bautizados. Con estas celebraciones, la comunidad cristiana encomienda al niño al infinito amor de Dios. (Orden de Funerales Cristianos, No. 236-237)

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