martes, 26 de julio de 2011

Conviviendo con el estrés



Por Licda. Kathia Morales Fernández

Psicóloga



En nuestra época, los individuos, en su diario vivir, se enfrentan  a una gran cantidad de demandas en cuanto a lo que deben ser y realizar. 



Conforme el ser humano crece, estas demandas también aumentan; ya sea que se trate de factores de presión externos –aquellos que son establecidos por la familia, la escuela, el trabajo, los amigos, etc.- o de factores internos –las exigencias que la persona se hace a sí misma-.  Sea cual sea la fuente, tales expectativas generan que los niveles de estrés se incrementen.



El término estrés, es una palabra que se escucha con gran frecuencia, incluso forma parte del léxico cotidiano de los niños. Según el diccionario de la Real Academia Española, el estrés es la “Tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves” (DRAE, 22 edición, 2004)



El doctor Hans Selye, citado por el psicólogo Gastón de Mézerville, en la edición preliminar de su libro Ejes de Salud Mental, expresa que el estrés es “la respuesta del individuo ante las demandas que recibe (incluyendo) toda la tensión y el desgaste causados por la vida”.



Según las definiciones anteriores, se podría decir que el estrés es la reacción de las personas a las situaciones a las que se enfrentan diariamente.  Por lo tanto, no todo el estrés es negativo, ya que cierto nivel de estrés o de tensión ayuda a salir adelante ante situaciones amenazantes o facilita el realizar adecuadamente alguna tarea.



Sin embargo, el estrés se torna negativo cuando se reacciona de forma inapropiada ante  un evento estresor, que supera la capacidad de manejo de dicha situación o circunstancia por parte del individuo, ya sea de forma real o imaginaria.

Mis pensamientos y el estrés



Hay exigencias por parte de la sociedad o la familia hacen que sí son importantes, ya que de eso puede depender la vida, seguridad o bienestar de los demás y del individuo mismo, por ejemplo el uso del cinturón de seguridad, ya que el no usarlo puede traer serias repercusiones en caso de accidente; o cuando las personas se deben someter a tratamientos médicos que requieren esfuerzo, con miras a recuperar su salud.  Estas son demandas racionales, ya que el no atenderlas tendrá un efecto negativo en la salud e integridad física de la persona.



Por el contrario, hay demandas que son irracionales. Estas generan altos niveles de estrés innecesario, y conllevan reacciones inapropiadas.  Por ejemplo, cuando los hijos demandan a los padres artículos de moda, que en realidad no son indispensables;  cuando se desean bienes materiales, que aun cuando se reconoce que no se pueden adquirir, se siente la necesidad compulsiva de comprarlos; demandar a los hijos que sean los mejores estudiantes de la clase; exigirse a sí mismo ser el mejor empleado de la empresa; o bien, dormir y alimentarse mal, asumir una excesiva carga de trabajo, etc.



A manera de ilustración, algunas demandas internas irracionales, serían: “tengo que ser la mejor mamá del mundo”, “debo tener un carro moderno para ser más respetado”, “mi casa tiene que estar siempre muy limpia porque es el reflejo de mi persona”, etc.



Otro aspecto que genera altos niveles de estrés es ver las diferentes circunstancias y situaciones que se presentan en la vida de forma catastrófica y negativa.  Pensamientos tales como “no voy a poder soportar que mi esposa me deje”, “nunca podré salir de estas situación económica”, o “no podré sobrevivir a lo que me está ocurriendo”.


Enfrentando situaciones de estrés




Hay situaciones que generan mucha presión y sitúan al individuo en una posición vulnerable que propicia el desarrollo de estrés negativo. Con frecuencia, esto sucede a causa de las demandas irracionales.



El no manejar adecuadamente el estrés puede generar problemas que usualmente tienen repercusiones en la salud física y emocional de las personas. Algunas de estas podrían ser: hipertensión arterial, problemas gástricos, cefaleas, contracturas musculares, insomnio, irritabilidad, depresión, baja tolerancia a la frustración, poca capacidad de concentración, bajo rendimiento académico, poca productividad laboral, etc.



Para evitar que esto suceda, es necesario preocuparse por conocerse a uno mismo, anticipar y controlar las reacciones frente a las situaciones y circunstancias que crean estrés, y una vez que se ha controlado la respuesta inmediata, tomar decisiones asertivas en cuanto al curso de acción para resolver definitivamente



Algunas recomendaciones para lograr manejar el estrés son:



• Haga una revisión de su vida diaria, de lo que está enfrentando en el momento presente y analice cuáles de esas demandas y exigencias son irracionales y cuáles son racionales.



• Procure organizar su tiempo de forma que pueda disfrutar de momentos de relajación y esparcimiento.



• Decida dejar a un lado las demandas irracionales, no permita que las presiones de la moda o de las demás personas lo agobien al punto de que se vea comprometido su bienestar o el de los demás.



• Deje a un lado los pensamientos catastróficos y negativos, piense y reaccione de una forma positiva.



• Haga ejercicio físico, eso ayuda a liberar el estrés.



• Relaciónese con personas que ejerzan una influencia positiva en usted, y no le sobrecarguen emocionalmente.

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