Por Carlos Rosales
Psicólogo Si bien cuando se habla del tema de la autoestima, la mayoría de las personas tienen una idea mas o menos acertada acerca de lo que significa el término, pareciera que todavía no se llega a comprender, en su real dimensión, la importancia y el valor que tiene el desarrollo sano de dicha área personal. La autoestima no solo hace referencia a cómo nos sentimos con nosotros mismos, a si nos aceptamos como somos o no. Es tan trascendente la autoestima, que además configura cómo nos relacionamos con los demás, establece en gran medida nuestras capacidades, nos predispone o indispone al afrontamiento de desafíos, determina cuanto control se tiene sobre la propia vida, si se es merecedor del disfrute de éxitos, o si vale la pena luchar para alcanzar la felicidad. Tomando en cuenta esto, vemos el gran peso que tiene este componente para nuestra calidad de vida. Es cierto que la autoestima se construye desde nuestros primeros años, a partir del tipo de crianza que recibimos, a través de los mensajes esperanzadores o destructivos de nuestros padres y compañeros escolares. Con certeza, si recibimos humillaciones, maltratos y desprecio por nuestras necesidades afectivas, con el tiempo estas heridas emocionales se irán traduciendo en baja autoestima. Por el contrario, la transmisión de amor, seguridad, aprobación y confianza hacia nosotros, nos conducirá al fortalecimiento de la autoestima. La baja autoestima está asociada a la depresión, a la hipersensibilidad por la crítica externa, a la irritabilidad constante, al manejo de una autocrítica dura, a la indecisión, a la excesiva timidez e inseguridad. Se hace esto evidente por ejemplo, cuando se es voluble al entorno (ausente de una identidad establecida aparente), cuando se presentan problemas interpersonales con regularidad, o cuando se busca someterse a conductas riesgosas que hacen peligrar la integridad personal (abuso de drogas, promiscuidad incontrolable, etc.) Sin embargo, así como esta nociva realidad interior fue aprendida, asimismo puede cambiarse. Los primeros pasos para desarrollar una buena autoestima implican:
*Entender que por sobre todo, por sobre nuestros defectos y virtudes, contamos con dignidad humana. Es decir, que el simple hecho de ser personas nos hace especiales, irrepetibles y valiosas.
*Comenzar a aceptarnos como somos. Solo a través de la aceptación iniciará el camino del auto conocimiento, de aquello que nos hace vulnerables y de las destrezas con que contamos para afrontar las dificultades.
*Fomentar una voluntad de cambio. Cuando se presenten pensamientos negativos, mensajes derrotistas o auto reproches, es necesario combatirlos y sustituirlos por perspectivas más optimistas. Es recomendable evitar situaciones dañinas a nuestro bienestar, y relaciones con personas que no se comporten con respeto hacia nosotros.
*Actuar con sinceridad, dejar de pretender algo que no se es para agradar a los demás. Además, se debe aprender a defender nuestros derechos y a comunicar nuestras insatisfacciones con asertividad.
*Enfrentar aquellas barreras personales que nos impiden crecer: dependencia, miedo, culpa, etc.
En algunos casos el simple esfuerzo no será suficiente por la intensidad con que está arraigada la dificultad psicológica, sin embargo a través del estudio de libros de auto ayuda, o bien mediante asesoría profesional, se podrá conseguir una mejor orientación hacia la construcción de una buena autoestima. |
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