miércoles, 5 de enero de 2011

LA FIDELIDAD ES CUESTION DE HONORABILIDAD


Parece que gracias a los valores hedonistas que propaga la cultura consumista –individualismo, gratificación instantánea, placer constante– la infidelidad dejó de ser una falta grave para convertirse en algo así como un delicioso “affair” o debilidad. Como resultado, las relaciones sexuales han sido reducidas a un exquisito mecanismo para vivir pasiones intensamente agradables que no tienen nada que ver con el amor ni con el compromiso conyugal.  Y como consecuencia, el adulterio es hoy más frecuente que nunca.
Sin embargo, la infidelidad no es un simple accidente ni un “desliz” sin importancia, sino un golpe que puede ser fatal para la relación de pareja. Es un acto de deslealtad, no sólo con nuestro cónyuge, sino con nuestro compromiso con la vida, con nosotros mismos y con nuestras creencias e ideales. En efecto, es ser infieles al sueño de formar un hogar estable a la luz de cuya armonía se cultive la vida de nuestros hijos; a nuestra lucha por no dejarnos dominar de nuestros instintos y apetitos; al principio de no hacer a nadie lo que no queremos que nos hagan a nosotros; y a la promesa que sellamos un día de formar una familia unida por el afecto y la honestidad.
Ser fieles es mucho más que abstenerse de tener relaciones sexuales extramaritales o que seguir casados hasta la muerte. La fidelidad es una postura que honra la palabra que empeñamos cuando asumimos el compromiso de unirnos y amarnos para siempre. Es dedicarnos a construir día a día una unión sólida y auténtica entre nosotros que supere las dificultades provocadas por los vaivenes de nuestros sentimientos. Es trabajar por ser cada vez mejores personas y dar a nuestro cónyuge lo mejor de que somos capaces. Es apostar a crear todo lo que nos una y a evitar todo lo que pueda dividirnos.
Jugar con la infidelidad no sólo es jugar con la estabilidad de nuestra familia sino también, en cierta medida, con el porvenir afectivo de nuestros hijos. Nuestro matrimonio es el texto de aprendizaje para su vida conyugal. Saber que uno de nosotros engaña al otro los hace perder la confianza en la honestidad de nuestros sentimientos y quebranta su credibilidad en la solidez de las relaciones maritales. Ellos se dan perfecta cuenta de lo que ocurre entre sus padres y será difícil que  puedan forjar un matrimonio basado en el respeto y la honestidad si lo que han aprendido es que el engaño y la traición son parte de la vida conyugal.
Recordemos que la fidelidad es, en última instancia, una forma poderosa de honrar la más exquisita y maravillosa forma de encuentro entre dos seres humanos y por ende, la relación más trascendental de nuestra vida: el matrimonio.
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