Autor: Santiago
MARTÍN, sacerdote
Una foto vale más
que mil palabras. Eso es cierto siempre, pero hay veces en que es más cierto
que otras. Por ejemplo, cuando se trata de posar ante los fotógrafos para dar
una impresión de cordialidad y lanzar un mensaje de que todo va bien. Eso es lo
que han hecho esta semana el Papa Francisco y el presidente norteamericano
Obama.
Además de las
sonrisas, ante las cámaras hubo palabras amables, en inglés, precedidas el día
anterior por unas declaraciones de Obama muy halagüeñas hacia la figura del
Papa. El presidente norteamericano se esforzó en destacar que iba a presentar
al Papa el esfuerzo que está haciendo para ayudar a los más desfavorecidos y
para regular la situación de miles de inmigrantes ilegales. Se habló también de
asuntos de interés mutuo, como la necesidad de que los derechos humanos se
respeten en las zonas donde hay guerra, como Siria por ejemplo. Hasta aquí,
todo bien.
Pero, ¿no hubo nada
más? Según los periódicos, no. Los temas conflictivos, especialmente el de la
exigencia de Obama de que todos, incluidos los centros religiosos, paguen la
píldora abortiva y los anticonceptivos a sus empleados, habrían sido tratados
en una entrevista que habría tenido lugar hace un mes en Washington, entre los
dos secretarios de Estado, Kerry y Parolín. Sin embargo, el comunicado oficial
del Vaticano deja entrever que en el diálogo entre los dos líderes hubo algo
más. "En el contexto de las relaciones bilaterales y de la colaboración
entre la Iglesia y el Estado, se han tratado cuestiones de relieve especial
para la Iglesia en ese país, como el ejercicio de los derechos a la libertad
religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia". Es decir, hablarse de
las cuestiones candentes se habló. Otra cosa distinta es que Obama hago caso al
Papa. Personalmente, no lo creo, por mucho que diga que le admira y que quiere
aprender de él. Las sonrisas estuvieron, ciertamente, pero también las
discrepancias, y éstas no son pequeñas.
En todo caso, tenemos que felicitarnos por
el hecho de que la relación entre el Vaticano y Estados Unidos sea normal. Ya
hay demasiadas tensiones en el mundo como para que la principal potencia
mundial no colabore con la religión más importante del planeta. Habría que rezar
para que esa colaboración fuera mayor, tanto en los temas de la justicia social
como en los referentes a la familia y a la vida. Seguro que el Papa desea
justamente eso. Y nosotros también.
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