Por Angela Marulanda, Autora
y Educadora Familiar
Podría pensarse
que se trata de una obra literaria de la talla de Cien Años de Soledad a juzgar
por el éxito que ha tenido: más de 60 millones de copias vendidas el primer año,
traducido a 50+ idiomas y próximamente será una película. Pero no, “50 Sombras
de Grey” no es una obra maestra sino la primera novela de una trilogía de
libros pornográficos que han cautivado al público femenino del mundo entero.
A pesar de que
se reconoce que está mal escrito, la autora tuvo el talento de desarrollar el
tema de manera que lo que comienza como abuso se transforma en un amor romántico
que cautiva a las lectoras. La trama es la vida sexual de un joven millonario
sadomasoquista y sus sumisas parejas, quien acaba enamorándose de una que
tolera todos los abusos a que la somete. Lo llamativo es que, como terminan amándose,
él se convierte en el héroe de la historia y su víctima en la heroína que le
enseñó a amar.
Se dice que
esta trilogía ha contribuido a estimular a las mujeres a que participen
activamente en las relaciones sexuales y ha servido para que disfruten más su
vida íntima. Pero su contenido es más perjudicial que benéfico porque valida la
violencia sexual y denigra a la mujer, además de que establece que la pornografía
enriquece la sexualidad cuando lo cierto es que el mejor afrodisíaco es el
amor, no la depravación. A decir verdad, la pornografía es a la vida sexual lo
que las drogas a la vida emocional: inducen artificialmente un estado de placer o éxtasis que puede ser
adictivo.
Me pregunto... ¿qué
le ha pasado a nuestra sociedad como para que un libro centrado en las perversiones
sexuales de un sadomasoquista sea el “bestseller” del siglo? ¿Será que ya no
tenemos suficiente abuso físico y sexual contra las mujeres como para que acoger
una historia en que el abusador es el héroe y a la abusada la heroína que lo
sana? Y además, ¿qué considerarán apropiado hacer en materia sexual las niñas
que lo leen porque ven a su mamá
fascinada con este libro?
Lo preocupante
es que el éxito de esta trilogía evidencia que hemos perdido la “repugnancia
moral”, ese mecanismo de repudio innato que tenemos los seres humanos ante la
perversión, la inmoralidad... y a todo lo que atente contra la dignidad y la
integridad humana. Y sin este atributo ¿en qué acabaremos por convertirnos?
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