miércoles, 27 de abril de 2011

Constitución Física de Jesús (1ra Parte)

Autor: P. Antonio Rivero, L.C | Fuente: Libro Jesucristo Constitución física de Jesús.
¿Qué características físicas distinguían a Jesús de los demás? ¿Cómo lo sabemos?

Constitución física de Jesús.
Constitución física de Jesús.


"Es de elevada estatura, distinguido, de rostro venerable. Sus cabellos, ensortijados y rizados, de color muy oscuro y brillante, flotando sobre las espaldas, al modo de los nazarenos. La frente es despejada y serena: el rostro sin arruga ni mancha. Su nariz y boca son regulares. La barba abundante y partida al medio. Los ojos color gris azulado, claros, plácidos y brillantes; resplandecen en su rostro como rayos de sol, de modo que nadie puede mirarle fijo. Cuando reprende es terrible; cuando amonesta, dulce, amable, alegre, sin perder nunca la gravedad. Jamás se le ha visto reír, pero sí llorar con frecuencia. Camina con los pies descalzos y con la cabeza descubierta. Estando en su presencia nadie lo desprecia; al contrario, le tiene un profundo respeto. Se mantiene siempre erguido; sus brazos y sus manos son de aspecto agradable. Habla poco y con modestia. Es el más hermoso de los hijos de los hombres. Dicen que este Jesús nunca hizo mal a nadie; al contrario, aquellos que lo conocen y han estado con él, afirman haber recibido de él grandes beneficios y salud. Según me dicen los hebreos, nunca se oyeron tan sabios consejos y tan bellas doctrinas. Hay quienes, sin embargo, lo acusan de ir contra la ley de Vuestra Majestad, porque afirma que reyes y esclavos son todos iguales delante de Dios" (Publio Léntulo, procurador de Judea al emperador).

¿Qué rasgos físicos de Jesús podemos recabar de los evangelios?
  • Cuerpo robusto y resistente: La vida dura del taller y las correrías por las colinas circundantes de Nazaret robustecieron el cuerpo de Jesús, preparándolo para las duras jornadas de su vida apostólica, a la intemperie por las calcinadas rutas de Palestina. Sabemos que en una jornada hizo el camino de 30 Kilómetros, por la calzada pendiente que sube de Jericó a Betania.

    Junto al pozo de Sicar se sentó fatigado y sediento. Cuando los discípulos le ofrecen la comida, la rechaza diciendo que su alimento es hacer la voluntad del Padre, y antes había rechazado la bebida que le ofreciera la samaritana. No sabemos que Jesús en aquella jornada comiera o bebiera a pesar de estar fatigado, lo que prueba su complexión robusta.

    El evangelista detalla que Jesús iba delante de los discípulos en esa marcha ascensional hacia Betania. Sus jornadas apostólicas son agotadoras; así, en una de ellas por la mañana predica en la sinagoga de Cafarnaum, cura a un poseso, sana a la suegra de Pedro, y por la tarde se dedica a curar los enfermos que a él afluyen de todas partes. Al día siguiente las turbas le buscan de nuevo y empieza de nuevo la jornada agotadora. En ese plan recorre todos los poblados de Galilea, predicando la penitencia y el mensaje de salvación. Es tal el trabajo que tiene que desplegar que muchas veces no tiene tiempo ni para comer.

    Las turbas le siguen al otro lado del lago, y Jesús está de nueva a disposición de ellas. Después de multiplicar los panes, se retiró de noche a orar. Al día siguiente volvió a Cafarnaum a reanudar la tarea, después de haber calmado la tempestad.

    Este plan de trabajo supone una salud robusta y un sistema nervioso a toda prueba. En el lago duerme en la nave mientras los discípulos luchan ansiosos con el temporal; esto refleja que tiene salud equilibrada, muy apropiada al espíritu equilibrado del Maestro, que siempre se manifiesta dueño de sí mismo y de la situación.


  • (continuará)

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